Salí de la clase la
última, poco después de Sam, que se había quedado bastante rato hablando con el
profe. A mí las mates se me daban bien, no era una de las asignaturas que
odiaba- que, sin duda por mi dieta vegetariana, era gimnasia. Correr durante
diez minutos era un suplicio para mí, subir la cuerda era misión imposible y
saltar baches era ya para dejarlo correr- pero aun así, tenía ciertas dudas
sobre el examen. Me preocupaba muchísimo, era un examen muy importante y
contaba demasiada nota como para tomárselo a la ligera. Y, si suspendía, no
podría conseguir la beca y entonces todos mis sueños y esperanzas se irían a la
mierda. Mucho mejor preguntar.
Luego, en el
pasillo, vi que casi todo el mundo me miraba, unos extrañados y otros con cara
de asco. Suspiré y apreté con fuerza los libros contra mi pecho. Eso se había
convertido en una rutina. No sabía que tenía la gente contra los hippies. Solo
por no comer carne o pescado, defender el medio ambiente y ser bastante
pacifistas- digo bastante porqué muchas veces paso del pacifismo- éramos unos
repudiados en la escala social. Lo que, a mí me importaba un bledo, pero a mi
ex mejor amiga Caitlin, que también era hippie, como sí le importaba, pues dejó
de ser hippie. Así, sin más. Y eso era como una traición para mí, ya que
primeramente me había dejado sola y siguiendo porqué ahora le importaba más su
belleza que otra cosa. Ah, y no se puede dejar de ser hippie así como así, es
algo con lo que naces Como puede llegar
a cambiar la gente. Además, que pensara,
vistiera y viviera de una manera diferente no significaba que fuera de otro
planeta, pero al parecer eso no era capaz de entenderlo nadie. Era HIPPIE, sí,
¿y qué? Ellos eran subnormales y nadie las decía nada. Puse los ojos en blanco.
En fin, la vida en el instituto. Yujú, que alegría más grande. Cada vez se me
hacía más cuesta arriba el insti, los insultos sobre cómo era los podía pasar
por alto, más o menos, ya que tampoco podía hacer mucho al respecto, y al fin y
al cabo tenía amigos que me querían y eso, pero es que la gente en general era
corta de mente. En serio. Antes, en clase, el gilipollas de siempre, Chuck, ha
empujado al chico eso, a Roger Miller, y se ha caído de una manera que,
pobrecillo. Me he tenido que morder la lengua para no soltarle cualquier cosa,
a Chuck. Y encima luego me ha mirado las tetas durante bastante rato como un
pervertido mental o un perro baboso. He tenido ganas de soltarle un puñetazo.
Qué asco me daba.
Fui al baño y me
lavé la cara. Me miré al espejo, mientras unas chicas cuchicheaban detrás de
mí. No sé por qué se metían tanto con mi ropa, solamente llevaba una falda
marrón larguilla, una blusa beige de flores y unas manoletinas negras. Así de
simple. Y el pelo lo llevaba recogido en unas trencitas. Nada inusual, creo yo.
Salí del lavabo y justo delante de la puerta había dos tíos. Se me quedaron
mirando sorprendidos. No paraban de mirarme y reírse.
Fui hacia ellos.
-¿Algún
problema chicos?- les sonreí.
Entonces los
reconocí. Eran Bobby y el Oso. Nadie
o muy pocos sabían por qué le llamaban así. A todo el mundo le daba algo de
miedo el Oso. No entiendo por qué.
¿Por su mote? A lo mejor era peludo como un oso, ¿no? Quién sabe.
Me fije que miraban
un móvil, y luego a mí, y luego al móvil de nuevo, y así sucesivamente.
-No puedo
creerme que seas la 5.- dijo por fin el Oso.
Elevé las cejas
hasta el cielo, confundida. ¿La 5? ¿La 5 en qué?
-¿De
qué coño me estás hablando?- pregunté, intentando sonar enfadada.
-Eh,
eh, cálmate lechuguina. Dedícate a plantar nabos.- dijo Bobby, intentando
hacerse el gracioso.
-A lo
mejor te planto un nabo en el culo. ¿Qué te parece?- dije yo, a diez
centímetros de su cara.
Bobby se quedó
callado. Sonreí de satisfacción.
-Pues quien
sabe, quizá sí que seas la quinta.- soltó de repente el Oso. Me giré para preguntar pero puso la pantalla de su móvil en mi
cara.
Pude ver una foto
mía con un gran 5 al lado. Lo comprendí al instante. Puse los ojos en blanco.
Los tíos siempre estaban con lo mismo, si no tenían sexo con chicas, al menos
pensaban en ellas y así sus atributos masculinos tenían un poco de acción. Esa
era mi teoría, por qué al fin y al cabo, lo hacen para eso.
Di media vuelta.
-No, puedes
ser la quinta. Eres demasiado fea.
Bobby, de nuevo. Que
pesado macho. El Oso se rió como un ganso, Dios, que risa más fea. Me giré un
poco y mire a Bobby a la cara.
-Tú sí que
eres feo, Shrek.
Y me fui. Creo que
me contestó, pero pasé de él y seguí andando. Luego, me arrepentí. Pobre Shrek.
Bobby era mucho más feo que Shrek. Era como un culo de mono, con un color
rosado extraño y una frente un poco metida para adentro. Sí, era algo parecido
a un culo de mono.
Giré la esquina y me
choqué contra algo, o más bien contra alguien. Con una chica, por qué sus uñas
se quedaron enredadas en mis trenzas. Estiró un poco y las trenzas se me
empezaron a deshacer.
-¡Lo
siento!- ella quitó las uñas y yo me deshice las trenzas, ya se habían quedado
mal. Joder, con lo monas que eran.
-La
que lo siente soy yo, iba despistada.- se disculpó ella. La reconocí, iba a mi
clase. Era nueva, de hacía más o menos un mes o así.
-Eres
Lauren, ¿verdad?- ella asintió tímidamente.- Yo soy Violet. Voy a…
-Mi
clase.- dijo ella acabando la frase por mí.- Sí, lo sé. – se puso un mechón
detrás de la oreja. Parecía un angelillo.
Había hablado con
ella unas cuantas veces, un par de
frases y algo más, pero nunca se había acercado mucho a uno de mí. Bueno, no
únicamente a mí, a nadie en general. Supongo que era por el hecho de ser ocho
en la clase, a lo mejor sentía que hablábamos de ella o algo y le daba corte.
Antes la había visto hablar con Shon. Quizás hoy era el día en que tenía que
conocer gente. Aun así, me calló bien des del primer momento.
-Que
imbécil, eh, Chuck.- dije yo, haciéndome una coleta improvisada.
-Perdona,
¿quién? Es que aún no me sé los nombres
de todos.
-El
qué está bueno pero es un capullo, que ha tirado al chico ese al suelo, el que
se sienta a mi lado.
-Ah,
sí, ya me he dado cuenta.- dijo poniendo una mueca.- Antes ha sido un imbécil
conmigo.
-No
hace falta que lo jures, lo siento. ¿Qué te ha hecho?
-Nada,
me ha empujado y me ha tirado al suelo. No pasa nada, Shon ha estado muy
amable.- dijo ella, sonriendo.
Me fijé que en su
sonrisa había algo. Quizá eran imaginaciones mías, por qué nunca ha hablado con
Shon. Aunque claro, todas tenemos fantasías con Shon.
-Sí, se le ve
majo. Y es muy guapo.- Lauren asintió, conforme.- Oye, ¿quieres comer conmigo?
A Lauren le
brillaron los ojos.
-Por supuesto.-
nos sonreímos mutuamente.
Caminamos hasta el
comedor, ella me preguntaba cosas acerca de mí y yo acerca de ella. Era super
maja y buena persona.
Cuando entramos,
fuimos hacia la fila y un chico pasó por al lado mío corriendo, y yo me tropecé
y me choqué con alguien. Caí al suelo y vi que a ese alguien se le habían caído
los spaghuettis encimas. Todo el mundo se quedó en silencio. Subí la mirada y
me quedé paralizada. Todo el comedor, Lauren y yo abrimos mucho los ojos. Por
qué mi mala suerte había escogido a una de las peores personas del insti. Y no
podía ser otra que Kimberly.
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