Capítulo 14:
Sam
Me estaba
mordisqueando las uñas, impaciente, esperando a que Kimberly acabara de hablar
con el friki. Por la cara que se le había quedado a Roger, estaba segurísimo de
que mi chica le había acojonado y aceptaría a robar el examen. Además, desde
hacía algún tiempo, me había fijado en que estaba bastante obsesionado con Kim.
Apostaba mi chaqueta de beisbol a que este de grande acabaría siendo un
psicópata. Kimberly, con una sonrisita de suficiencia, se ahuecó el pelo y vino
hacia mi. Me dio un abrazo y me dijo susurrando.
-Está hecho.
Sonreí. Acerqué mis
labios a los suyos, pero esta vez sí que se dejó y nos besamos. Sus labios
sabían a fresa, me encantaban, los mejores labios del mundo y eran míos. Al
menos de momento. No estaba enamorado de ella, y estaba lejos de estarlo, pero
me gustaba bastante, más que ninguna con la que hubiera salido antes, y eso ya
era algo por mi parte.
-Después, cuando
toque el timbre, quedamos en los vestuarios de las chicas y así nos
aseguraremos de que lo roba.
-Vale.- respondí
ronroneando.
Me pasé la mano por
el pelo; sabía que eso le gustaba. ¿Y a quién no le gustaría? Yo era perfecto y
todas iban detrás de mí, así que me gustaba presumir de estar bueno. Tener el
pelo rubio ceniza, con unos deslumbrantes ojos azules a juego, no hacían más
que convertirme en un Dios. Kimberly no se dio cuenta de mi táctica, de repente
su cara había cambiado. Estaba enfurruñada, con los brazos cruzados y tenía una
pierna encima de la otra. Eso no era bueno.
-¿Qué te pasa, cariño?-
le susurré mientras le ponía un mechón suelto tras la oreja.
-¡Mira a Shon! ¿Cómo
puede estar con… esa?- señaló a la hippie y a la nueva.- Shon debería estar con
nosotros, no con esas perdedoras. ¿Es que acaso no sabe que es un suicidio
social? ¿Está tonto o qué?
Eso me molestó un
poquito, Shon podía ir con quién quisiera, parecía que Kimberly estuviese un
poco obsesionada con él, debería estar obsesionada conmigo. Shon era muy majo,
eso tenía que concedérselo, pero tampoco era para dar brincos, al menos desde
mi punto de vista. Está bien, mentía. Vale, sí, estaba celoso. Fruncí el ceño.
-Él puede hacer lo
que le dé la gana, déjalo y concéntrate en mí. – puse ojitos de cordero.
Kimberly se rio, más bien seguro que parecía un cordero chafado, no se me daba
bien actuar.
-Lo siento cari.- me
dio un piquito.- Pero esas me han cortado el rollo.- volvió su vista hasta
Lauren y se cruzó con aún más fuerza los brazos.´
Suspiré, a mí también se me había cortado el
rollo, pero era por culpa de Kimberly y sus incurables celos. “Menuda mierda,
con el calentón que tenía”, pensé yo.
-No me apetece ni
estar aquí, me dan ganas de vomitar viendo a esos.- sacó un espejito del
bolsillo trasero de su bolsito rosa Gucci. Sabía que era Gucci porque me lo
repetía unas cien veces al día, así que como para olvidarlo. Se puso un poco
más de gloss en los labios, lo que me sorprendió, puesto que se había puesto
antes como mínimo otras diez capas de brillo.- Me voy.
Se levantó
sensualmente.
-¿A dónde vas?-
realmente no me importaba demasiado, siempre que no fuera con un chico, claro.
Se colgó el bolso
del hombro.
-Con Sasha, vamos a
practicar los pasos de la nueva coreografía para tu partido de la semana que
viene.
-Oh- sonreí.- Espero
que sea igual de guapo que el otro- en el último partido habían estado muy
sexys, y no solo Kimberly.
-Claro, incluso
mejor. Ya sabes, hemos de animaros bien para que así ganéis a los estúpidos de
los Raptors.- me guiñó el ojo, ya me lo estaba imaginando. Ellas todas, que
estaban de pan y moja, con ese top ajustado…- No seas un pervertido, cari. Como
te vea con otra te crucifico, recuerda.
Se agachó y me dio
un breve morreo. Me dijo que me acordase dónde teníamos que quedar al finalizar
las clases. Me mandó un beso invisible y salió de la biblioteca. Me encantaba
estar a su lado, aunque fuera una celosa incurable y le tirara la caña a todos.
Shon y Violet seguían hablando y Lauren los miraba atentos. Estaba seguro de
que quería a Shon, todo y haberlo conocido, como mucho hacía cinco o seis
horas. Sí, era guapa, pero no estaba a la altura de Kimberly, y tampoco a la
mía. Me quedé sentado como un imbécil. ¿Qué hacía yo allí sin Kimberly? Estaba
a punto de irme cuando vi que mi chica se había dejado el espejito en la silla.
Contento, aproveché la ocasión y cogí el espejo para dárselo a Kimberly. Así,
podría volver a verla y a hablar con ella. Podía imaginarme saliendo con cualquiera,
pero saber que Kimberly era mi novia era
algo inexplicable, pues me imaginaba saliendo con ella durante bastante tiempo.
Me gustaba más de lo que me gustaría admitir, y mi subconsciente lo sabía. Me colgué
la mochila velozmente, sin armar mucho escándalo, pues la vieja urraca de la
biblioteca estaba siempre al loro y daba un canguelo terrible. Salí a toda
pastilla y me dirigí al gimnasio. Casi me choco con un chico que se le habían
caído los libros, pero aun así llegué rápido a mi destino. Eso no me había
molestado, pues tenía la esperanza de que cuando mi chica me viera, nos
liáramos en el vestuario. Me quedé pasmado como un tonto, cuando vi que allí no
había ni Dios y fue entonces cuando escuché unos ruidos raros. Algo como
pequeños gemidos. Reparé en el vestuario y supe inmediatamente que venían de
allí. Fui hacia el vestuario con una sonrisita en la cara, ya sabía por qué
eran producidos los gemidos. No es que me gustara espiar, pero era interesante
saber quién se podía estar dándose el lote de aquella manera, porqué gemían más
fuerte de lo que me esperaba. << Probablemente lo conoceré>>, me
dije a mi mismo. << Quizás incluso sea del equipo>>. Pensé entonces
que podrían ser mi queridísimo amigo Martin y su chica, Eileen, puesto que más
de una vez los había pillado liándose como locos. Luego, por eso, reparé en que
la voz del chico me era conocida, pero no era de Martin. ¿Quizás Paul? No,
demasiado tranquilo para ser él. ¿Jackson, quizás? Podía ser, pero lo más
probable fuera que no, ya que él prefería mil veces los lavabos que los
vestuarios. ¿El Oso comiéndose un sándwich? Sonreí al pensar en eso, pero no lo
descarté, pues era un bestia comiendo, como un caníbal, y a veces, se escondía
para comer a su aire, puesto que le daba vergüenza hacerlo en público. Los
gemidos provenían del vestuario masculino, y no del femenino, que era lo que me
esperaba. Saqué la cabeza a escondidas por la puerta, pero allí no había nadie.
Entré para asegurarme de que eso estaba vacío, y así era. No había nadie. Pensé
que quizás habían sido imaginaciones mías. El examen de mates me estaba
volviendo paranoico y me di una bofetada, por lo estúpido que era. Entonces,
los gemidos volvieron a aparecer, y maldije en voz baja. Me acaba de dar una
ostia como un tonto. Entonces el ruido provenía del vestuario del equipo B.
<<Chicos listos>>, pensé. Claro, allí no había nadie, porqué nadie
estaría interesado en entrar en el vestuario de los B. Los importantes éramos
nosotros, el A. Crucé el pequeño pasillo, intentando no hacer ruido, puesto que
quería verlos un momento e irme, porqué Kim estaría buscando su espejito.
Estaba de suerte, había un hueco por el que podía mirar sin ser visto. Y
entonces lo vi claramente. Salí de mi escondite con cara de pasmarote.
-Estás muerto.-
chillé.
Carter giró la cara.
Llevaba puesto los pantalones, pero su camiseta estaba por el suelo. Se quedó
estupefacto. La que también se quedó estupefacta, fue Kimberly.
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