Capítulo
16:Kimberly
Estaba enrollándome
con Carter. Hacía ya tres días que habíamos comenzado con esto y ocurrió por
casualidad. El finde pasado Carter había montado una fiesta en su casa y Sam y
yo nos habíamos dejado pasar por allí, al fin y al cabo era el mejor amigo de
mi chico. Pues Sam bebió tanto que a la hora dormía en el sofá de Carter, sin
prestarme atención, lo que me molestó. Yo también iba un poco ebria, aunque
Carter se llevaba el premio al más bebido de la noche. Y unos cuantos empezamos
a jugar a la botella. Era mi turno y, al girarla, apuntó hacia Carter y nos
obligaron a meternos en el armario. Pensé que no haríamos nada, pues
lógicamente, yo tenía novio. Y Carter era su mejor amigo. Pero él me besó y yo
se lo devolví, y me gustó. Y empezamos a enrollarnos en el armario. Sí,
estábamos ebrios, pero no lo suficiente – o al menos yo- para no darnos cuenta
de lo que pasaba. Y durante tres días habíamos seguido liándonos a escondidas.
Sabía que estaba un poco mal, le estaba poniendo los cuernos a Sam, pero Carter
tenía un fuego dentro que me volvía loca. Las cosas prohibidas le volvían loca
a cualquiera. Me daba pena Sam, si me ponía a pensarlo, al fin y al cabo, se estaba portando genial conmigo,
era muy mono y era el más guapo de todos.
Habíamos decidido
escondernos en el vestuario B de los tíos, a estas horas nadie pasaba por allí,
y mucho menos en el B, que todos eran unos pringados. Empecé a darle pequeños
besitos en el cuello, y él, se quitó la camiseta de una sacudida. Mientras le
besaba recorría con los dedos sus pectorales y su tableta, que estaba muy bien,
y él empezó a mordisquearme el labio. De repente, noté como los bíceps de
Carter se ponían tensos, al igual que él. Paró de besarme y miró detrás de mí
con cara de sorpresa. Miré hacia la
dirección que él estaba mirando y me quedé sin aliento. Era Sam. Le miré
horrorizada, ni siquiera sabía por qué me importaba que me hubiera pillado. Él
miró a Carter como despellejándolo con la mirada.
-Estás muerto.-
chilló Sam mientras se acercaba con fuerza hacia nosotros.
Carter se puso
corriendo la camiseta pero no se movió, estaba paralizado. Me puse entre él y
Sam.
-Sam, cariño, no…
-No me vengas con la
mierda esa de no es lo que parece.- no sabía que decir y eso a mí nunca me
pasaba. Siempre tenía algo que decir. Pero esta vez era verdad, no podía mentir
sobre algo que era tan obvio.
Carter pestañeó como
saliendo de una ensoñación y noté como se erguí a mi lado. Oh no. Su actitud
chulesca salía a la luz.
-Oye tío, no te lo
tomes a mal, pero ella está mejor conmigo.- dijo Carter tranquilamente.
Sam y yo le miramos
estupefactos. Bueno, yo le miré estupefacta por lo que había dicho. Sam puso la
misma cara que cuando no entendía un problema de mates.
-¿Perdona? No sé si
te estoy entendiendo bien.- respondió Sam cada vez más enfadado. Me daba miedo
que se pusiera a darle una paliza a Carter allí mismo.
-Es verdad que te
cuesta entender bien las cosas.- Carter comenzó a hablar como a cámara lenta.
Tuve que aguantarme para no soltar una risita. Eso había tenido su gracia.-
Kimberly es mía ahora.- le miré al segundo. Eso ya no me hacía tanta gracia.
¿Cómo que era suya? ¿Qué se creía?
-No soy de nadie.-
dije, un poco mosqueada.
-Te consideraba mi
amigo, ¡puto mentiroso! Eres un falso, ¿cómo has podido? Para mi has muerto.-
dijo chillando a más no poder, y luego depositó su mirada en mi.- Y tú tampoco
te quedas corta. Sabía que no duraríamos mucho, pues yo soy igual que tú, ¿pero
de ahí a ponerme los cuernos? ¿Tanto te
costaba cortar conmigo? No pensaba que llegarías a ese extremo.
Me quedé mirándole,
impasible. Sam, por suerte, acabó conmigo y volvió a dirigirse a Carter.
-Te vas a cagar
Fue lo último que
dijo Sam antes de saltar sobre Carter, consiguiendo así tirarlos a los dos al
suelo. Carter era bastante fuerte, pero Sam lo era aún más. Cogió a Carter por
el brazo derecho hasta retorcérselo, y mientras Carter intentaba escapar de
Sam, mi novio- ¿o ex?- le propinó un puñetazo en la mejilla izquierda con una
fuerza que Carter tuvo que escupir. Sam se puso de pie y empezó a darle patadas
a Carter, pero Carter, tiró de la pierna de Sam y también se levantó. Yo estaba
horrorizada. Carter tenía el labio inferior partido y Sam tenía el ojo un poco
rojo. Y seguían pegándose. Pegué un grito.
-Parar, ¡parar por
favor!
Cuando me di cuenta,
vi que me caía una pequeña lágrima por la mejilla. Mi maquillaje se iría a
hacer puñetas, pero tenía que pararles. Ya me volvería a maquillar más tarde.
No paraban de darse puñetazos entre sí, una y otra vez. Al ver que no me hacían
caso, decidí correr suerte y meterme entre ellos. Me llevé un puñetazo en el
hombro pero pararon al verme ahí.
-Parar ya.- puse una
mano encima de cada uno, volviendo mi vista de Carter a Sam y viceversa.- No os
peleéis por mí.- dije. Vale, eso había sonado un poco superficial. Decidí
romper con lo que tenía con Carter.- Nunca me has importado lo suficiente, eras
solo un pasatiempo Carter.
Carter soltó un
bufido y vi como la mirada se le volvía agria. Me daba igual, solo era un
cuerpo bonito. Por el rabillo del ojo, vi que Sam hacía algo parecido a una
ligera sonrisa.
-Entonces ya te
puedes quedar con esa nenaza. Y sí.- dijo Carter mirando por primera vez a los
ojos de Sam.- Eras mi amigo. Pero aquí el que no corre vuela.
Apartó a Sam con el
hombro y salió rápidamente. Que melodramático se había puesto, pues sabía que
yo tampoco le importaba mucho a él. Y vale, habíamos hecho mal en hacer esto,
pero yo al menos no me sentía como él.
Sam se sentó en el
banquillo, con el ojo hinchado y sudando, aún con la respiración agitada. Me
sentí miserable en ese momento, Pero al segundo, ya no me sentía tan mal. Abrí
mi bolsito y saqué una toallita desmaquillante. Algo era algo. Me acuclillé
delante de Sam. Él tenía la mirada baja, pero con cuidado le fui pasando la
toallita por las heridas que tenía en la cara, y limpiándole la sangre. Estaba
hecho polvo, y al contacto de la toallita hizo una mueca muy desagradable.
Nunca había pensado que yo le limpiaría la cara a un tío después de una pelea,
pero Sam era mi excepción a la regla. No sabía por qué pero si no lo hacía
sabía que me sentiría mal.
-Déjalo. No necesito
tu ayuda, ya has hecho suficiente.- dijo sin mirarme. Mientras tanto, unas
gotitas de sangre resbalaban por debajo de su nariz.
-Estás sangrando,
déjame al menos limpiarte la cara.
Él aceptó, pero a
desgana. Estuvimos en silencio un buen
rato, hasta que Sam abrió la boca. Con una sacudida, que interpreté como que ya
podía dejar de limpiarle, Sam intentó levantarse apoyándose en el banco.
Empezó a andar
dirección a la puerta.
-Sam…- dije con un
hilillo de voz.
Sam se paró dónde
estaba, aunque no se había girado. Supongo que esperaba a que yo dijera algo
más.
-Sam, después de
esto…
Por fin Sam se dio
la vuelta y me miró con el semblante más serio que le había visto en la vida.
Hasta casi me asusté. No sabía que pudiera volverse tan serio.
-Déjalo Kimberly.
Después robaremos el examen y cuando lo hayamos hecho, será lo último que
haremos juntos. Y después cada uno irá por su camino.
Y salió por la
puerta sin decirme nada más. Yo me quedé allí, acuclillada en el suelo,
asombrada y vi que mi relación con el terminaba. Y no me gustó en absoluto. No
sabía por qué pero me estaba afectando. ¿Y si realmente me importaba Sam? ¿Y si
me empezaba a gustar de verdad?
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