miércoles, 2 de octubre de 2013

Capitulo 4: Chuck


¡Hola youngers! ¿Qué tal? Lo sé, no hemos colgado ningún capítulo durante todo el verano y lo sentimos mucho. Las clases han empezado de nuevo así que todo se complica. Por no haber colgado nada de nada durante muuuucho tiempo, hoy os intentaremos colgar ocho capítulos seguidos, uno de Chuck, otro de Kimberly…. Esperamos que os gusten! PD: si alguien quiere que continuemos la historia, que comente prfi:)





Capítulo 4:Chuck

Vi como su cara se volvía pálida, blanca. Me observaba con miedo en los ojos, y se quedó sentado en el suelo, incapaz de moverse ante mi atenta mirada. Estaba claro que yo le daba miedo, y me reí de él en toda la cara y le hice quedar como a un estúpido. Bueno, le hice quedar aún más estúpido de lo normal. Era el friki de la clase y un pelota con los profes. Especialmente con el señor Peter, aquí presente. Éste chico siempre iba solo, y había oído rumores de que se llevaba de puta madre con el director, lo que le hacía penoso, al chaval este. Además le perdonaban todo. Acababa de llegar como unos diez minutos tarde y van y lo perdonan. No es que fuera nada personal, no tenía nada en contra del friki( me caía como el culo, pero no le tenía manía), a mí siempre me había gustado fastidiar a quién pudiese. Yo era así, me gustaba liarme con tías que estuvieran buenas y pasaba olímpicamente de los estudios. Mis viejos me habían cambiado como unas cinco veces de insti, siempre por no hacer una mierda. Pero esta vez era algo diferente, el director era un viejo amigo de mi madre y en vez de expulsarme, me castigaban a todas horas. Lo que era una putada. Pero así podía joder a todo dios.
Algunos me llamaban cabrón, otros estúpido, yo prefería… solitario. Tenía colegas y eso, pero prefería andar normalmente solo, a mis anchas, sin ataduras, sin ninguna ley, sin prohibiciones. Aun así, no era nada personal contra el friki. Simplemente se había cruzado en mi camino en muchas ocasiones. Me fijé de nuevo en el empollón, que seguía en el suelo, observándome consternado y sudando por la frente. Saboreé mi jugarreta mientras le observaba divertido. El chico se levantó y se dirigió a su asiento, que estaba en primera fila y justo delante de mí. Por eso había podido hacerle la zancadilla. Lo tenía a huevo.
Entonces, habló el profe, Peter.
-¿Estás bien, Roger?
Ah, con que ese era su nombre. Roger.
-Sí, profesor Peter. He… He tropezado.- dijo Roger y me miró. Sonreí. Sabía que no diría nada.
-Ya, claro. Chuck Eaton, ¿a usted le hace gracia?
Todos se giraron para mirarme. Todos menos Kimberly y Sam, que se pasaban todo el día comiéndose la boca entre ellos y no tenían tiempo para nada más. Que harto estaría yo ya de tanto besuqueo.
-Sí, un poco. Su cara de embobado chocando contra al suelo ha merecido la pena.
Roger se encogió en su asiento. Sasha, la animadora de la esquina de la primera fila, no pudo reprimir una carcajada. El señor Peter se levantó de su asiento mientras me observaba con el ceño fruncido. Yo le observé a él. No era más que un amargado profe de mates.
-¿Quieres que te expulse?
Oh, ¡sí! Eso sería un placer divino.
-Pues mira, ya que lo dices, no estaría mal.
-¿Sabe qué? Mejor se queda castigado esta tarde. Como todos los días.
-Ni de coña. Hoy es viernes.
-¿Y qué?- preguntó enarcando una ceja.
-Pues que me quedaré encerrado aquí, ¡un viernes!
-Precisamente.- volvió a sentarse y sonrió.
-Gilipollas.
Algunos dejaron escapar un gemido. Qué asco de tío No lo soportaba. El profe hizo como si no me hubiera escuchado, pasó de mí, y yo saqué mi móvil y me puse los cascos. Al profe no le importaba lo que hacíamos en clase. Una dormía, yo escuchaba música, otros se morreaban… El nunca volvía a repetir ninguna explicación.  Y ahora estaba repasando el tema, ya que al próximo día, teníamos un examen de mates muy importante. Únicamente le hacían caso el friqui, la chica de al lado mío, Shon y la chica de antes. Repentinamente, me vino a la cabeza el momento de antes de la clase. Cuando había visto en la fuente a esa chica, le di una palmada en el culo y cuando me había empujado, consternada, le había tirado al suelo sin querer. Shon había ido a socorrerla de inmediato. Que caballeroso.
Me fijé en que la chica de al lado me lanzaba miraditas. De vez en cuando se giraba para mirarme. “Normal, es qué estoy tan bueno”, pensé. Me levanté la camiseta y miré mi tableta. La recorrí con los dedos. Sonreí. Tenía una buena tableta. Luego me giré y me incorporé hacia atrás para que la chica la viera, y cuando se fijó, puso los ojos en blanco. Ella era una especie de hippie, con unas trencitas en los laterales de la cabeza, con algunos mechones sueltos y con una ropa bastante rara. Era mona de cara, y tuve que fijarme mucho para descubrir que debajo de esa blusa y esa falda enorme, tenía un buen cuerpo. Aunque estuviera buena, odiaba a esos lechuguinos tan reivindícales que adoraban el medio ambiente.  Reparé en su escote; era voluptuoso, tenía unas buenas peras. Sonreí pícaro. Cuando me vio con la vista puesta en sus delanteras, puso cara de asco, me sacó el dedo del medio y se apartó tanto como se lo permitió la mesa. Se apartó de mí como si estuviera enfermo o algo. Me encogí de hombros sin ofenderme. Durante toda la clase, me aburrí como una ostra, no tenía ninguna distracción, y encima no podía fumar. El tabaco era mi pasión, mi única debilidad.

Cuando el aburrimiento pudo conmigo, empecé a pensar en chorradas para distraerme un rato. Mi clase era una mierda, solo éramos ocho personas. ¡Ocho! Ni que fuéramos retrasados. En la primera fila, estaban Sasha, Míster Perfección Imperfecta-Shon-, la chica de antes y el friki. Detrás estábamos la hippie, Kimberly y Sam (¿habría el padre de ella tenido algo que ver? Claro que sí) y yo. Me fijé en Kimberly, que estaba con su nuevo novio, el quarterback, (¿por qué no me sorprende?) que era mucho músculo y poco cerebro. Se daban de la mano mientras ella no paraba de mirarle. Él intentaba prestar un poco de atención, o eso parecía. Dudo que entendiese algo de la pizarra. Kimberly movía las pestañas a tal velocidad que parecía un parque eólico. Estaban hechos el uno para el otro; los dos eran igual de estúpidos. Kimberly le dio otro beso a Sam (como no) y luego, vio que los miraba. Volvió a besarlo mientras me miraba y sonrió. Hacía mucho tiempo, yo había intentado besarla, pero no se dejó. Y me lo repetía cada vez que podía. Seguramente era porque creía que aún me interesaba. Y no podía interesarme lo más mínimo. Qué tonta. 

2 comentarios:

  1. Yo si que quiero que sigáis haciendo la historia!! La verdad es que está muy bién, es muy cuca y creo que cuando se desarrolle más os quedará muy bonita!
    Besos:)
    Pd: teneis pensado hacer alguna otra historia?¿

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  2. Muchas graciasss !! Si hemos pensado otra historia, pero de momento hemos de acabar de moldearla

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